Un flash la playa de Sa Tuna. Lo supe con solo ver el título, ya antes de abrirla. Es recoleta, abigarrada y recogida. Alberga la antigua felicidad familiar de nuestra infancia, cuando no había demonios sueltos y nuestra vida se desarrollaba protegida en la palma de la mano. En esa cala parece haberse detenido el tiempo, y esta vez no oigo las olas, ni cerca ni lejos, ni murmullo, ni gaviotas. Me quedo con el ambiente dorado y estático, mágico. Me sirve todo. No sé si es mañana o tarde, si el día es radiante o si al fín está despejando, ni si empieza o acaba el verano. No sé si el agua arde, o si su frío es tónico. Me vale todo. Estoy a gusto en ese sitio protegido y tranquilo, a resguardo. No sé si siento el hambre de mediodía, que me obligará a subir a rastras esa escalerita ardiente, o si pienso en la merienda al empezar a soplar la brisa fría de septiembre. Gracias por dejarme volver a esa felicidad dorada de antaño!
Un flash la playa de Sa Tuna. Lo supe con solo ver el título, ya antes de abrirla.
ResponderEliminarEs recoleta, abigarrada y recogida. Alberga la antigua felicidad familiar de nuestra infancia, cuando no había demonios sueltos y nuestra vida se desarrollaba protegida en la palma de la mano.
En esa cala parece haberse detenido el tiempo, y esta vez no oigo las olas, ni cerca ni lejos, ni murmullo, ni gaviotas. Me quedo con el ambiente dorado y estático, mágico.
Me sirve todo. No sé si es mañana o tarde, si el día es radiante o si al fín está despejando, ni si empieza o acaba el verano. No sé si el agua arde, o si su frío es tónico.
Me vale todo. Estoy a gusto en ese sitio protegido y tranquilo, a resguardo.
No sé si siento el hambre de mediodía, que me obligará a subir a rastras esa escalerita ardiente, o si pienso en la merienda al empezar a soplar la brisa fría de septiembre.
Gracias por dejarme volver a esa felicidad dorada de antaño!