lunes, 16 de noviembre de 2009

AUTORRETRATO, 1975

De los veinte Autorretratos que me he hecho en mi vida, éste, hecho cuando contaba veinticuatro años de edad , seguramente es el más logrado. Decía mi padre que el retrato debe contener el pasado, el presente y el futuro del retratado. Más que el parecido físico de un momento, hay que buscar el espíritu del retratado. Cuando vemos el retrato hecho por algún gran pintor, lo que nos conmueve es la vida que sigue permaneciendo y latiendo en el personaje retratado (como si de alguna manera no hubiese muerto), no nos planteamos si se parecería o no. El espíritu romántico y existencial de mi rostro es lo que intenté plasmar. Creo que si algún día mi pintura se recordase, éste será uno de los cuadros que más permanezca para siempre.

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